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Julio Anguita Parrado
Periodista (Córdoba 3 enero 1971-Baghdad 7 abril 2003)

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Julio se fue a Irak como periodista a seguir a las tropas norteamericanas porque estaba convencido que su sitio era ése, para poder contar desde la primera fila lo que estaba ocurriendo en un frente lejano de nuestra cotidianeidad geográfica y cultural. A sus 32 años, objetor de conciencia convencido y opuesto abiertamente a la guerra de Irak, se encontró durante un mes codo a codo junto a los hombres y mujeres de la 3ª División de Infantería Mecanizada. Durante aquellas semanas escribió crónicas inolvidables, algunas elegíacas, otras irónicas, en las que la simpatía humana por los soldados norteamericanos que se habían convertido en sus compañeros no le impedían mirar con compasión virgiliana a esos iraquíes a los que no conseguía percibir como enemigos.

A lo mejor Julio Anguita Parrado habría escrito un libro antes o después. Un libro sobre su experiencia como corresponsal de guerra, o quizás un libro sobre la América de hoy para explicársela a los españoles, o tal vez un libro sobre los secretos y los escándalos de la economía norteamericana de la que se había ocupado de forma continuada. El 7 de abril del 2003 los sueños y los proyectos de Julio fueron abortados para siempre a pocos kilómetros de Bagdad, y Julio tenía muchos sueños y proyectos, muchísimos, como bien sabemos nosotros, sus amigos, sus colegas, su familia de Córdoba y sus otras “familias” repartidas por Madrid, Italia, Nueva York....

Justo después de su muerte, estando aún aturdidos y confusos por el dolor y sin darnos cuenta de lo que estaba ocurriendo, durante los días de la eterna espera de su cuerpo, empezamos a pensar que una recopilación de los artículos más significativos de Julio, presentados por sus amigos y colegas más cercanos, podría ser el modo más justo de celebrar su vida. La muerte de Julio fue un evento público, mediático. El dolor de su familia, de sus amigos, privado, íntimo e intenso se transformó en un dolor nacional, compartido por millones de personas. Y Julio, que era reservado y huía de la publicidad y de las luces de las candilejas, de repente a adquirió dimensión pública. Muchos escribieron y hablaron sobre él, alguno incluso de un modo disparatado, sin haberle querido nunca y, a veces, sin ni siquiera conocerlo.

Con este libro le queremos devolver la voz a Julio, recorrer con sus mismas palabras, con sus artículos, las etapas más significativas de su vida personal y profesional. Además de los artículos, presentamos una larga entrevista/conversación de Ana Fernández con los padres y hermanos de Julio y el emotivo discurso fúnebre que él escribió para el funeral de su abuelo, Juan Parrado. Leyendo éste último se entiende mucho de la historia y de la formación de Julio, de sus inicios, de su filosofía vital. Los artículos están presentados por muchos de sus amigos y colegas que, casi siempre, han participado con Julio en la gestación de los mismos. Se lo agradecemos a todos, uno a uno, pero ante todo le damos las gracias a sus padres y hermanos por haber apoyado este proyecto y habernos abierto su corazón. Le agradecemos también a El Mundo el habernos concedido los derechos de publicación de sus artículos. Un gracias especial de quienes hemos colaborado en este libro a Carlos Fresneda y Ana Alonso por haber supervisado la selección de los artículos y haber coordinado pacientemente el trabajo editorial de la desperdigada gran redacción/familia de Julio Anguita Parrado.

Las últimas fotos de Julio que tenemos son las que el Mayor Weber nos envió el verano pasado. Una de estas fotos le muestra agazapado con su cuaderno junto a un prisionero iraquí. Tiene una expresión seria, pero al mismo tiempo valiente, y me gusta recordarlo así, imaginando que antes de utilizar al intérprete para la entrevista, él mismo le dice sonriente en árabe al prisionero herido: “Soy un periodista español, de Córdoba”. Julio ahora descansa en su ciudad, la antigua capital de Al Andalus, la ciudad de Osio, de Averroé y de Maimonidas, el califato que durante la Baja Edad Media representó el sueño utópico de la convivencia pacífica y la tolerancia religiosa entre las tres grandes fes monoteístas. Córdoba, la ciudad cuya catedral no es más que una parte de la mezquita gigante y donde la sinagoga está al otro lado de la calle. De Julio y de la ciudad que lo alberga como una preciada memoria, todos nosotros, sus amigos, hemos heredado la esperanza de que los ideales de tolerancia y de paz recuperen su derecho a existir en un futuro no muy lejano.



 

Julio escribe un artículo en su ordenador en un Humvee. Viaje a Bagdad. Abril 2003 (foto Major Weber)

 

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